Recordé mi sueño infantil en un taller de autoconocimiento de fin de semana.
Tras el ejercicio nos preguntaron, ¿qué pasó con ese sueño?, ¿os alejasteis de él?
Al principio pensé que sí, no fui pediatra, era abogada.
Después conecté con algo: en mi forma de ejercer la abogacía mantenía esa esencia porque, en el fondo, lo que quería era cuidar de mis clientes.
¿Cómo?
-> Escuchando sus inquietudes-> Dando espacio a sus emociones-> Acompañando de un modo más cálido en estos procesos tan fríos
Miraba alrededor y no veía mucho este estilo de asesoramiento jurídico más emocional.
Empecé a sentirme rara, diferente.
Pero era mi forma de hacer y de sentir la profesión.
Así nació: Una Abogada Diferente.
Ni puedo, ni quiero, desprenderme de ese lado humano y cuidador y por eso apuesto por:
Transformar el contacto con un abogado en una experiencia cercana, relajada y amable
Para que comprendas lo que está sucediendo
Y puedas tomar decisiones al respecto