Te voy a contar la historia real de un cliente mío al que llamaremos Juan.
Juan decide comenzar un negocio como normalmente se comienza, es decir, echándole mucha ilusión, tiempo, ganas y dinero.
Firma un contrato de alquiler del inmueble en el que iba a desarrollar la actividad y cuando se pone en marcha lo que descubre es que aquello parece la casa de los horrores.
Elementos que no funcionan, situaciones administrativas irregulares, y muchos problemas más.
Este es el momento crítico de la toma de decisiones y aquí es donde las consecuencias de un mal contrato pueden ser todavía peores si uno no es consciente de que puede sufrir lo que se llama el «dilema del coste hundido»
Imagina la situación,
Todo va peor que mal,
Y Juan tenía ante sí un par de opciones:
Opción B, seguir adelante.
Efectivamente, seguir adelante.
El dilema del coste hundido es un demoledor ya que
Ya que hemos iniciado esto, vamos a ver si lo sacamos adelante,
Ya que hemos invertido dinero, vamos a ver si lo recuperamos,
Ya que hemos trabajado tanto, sigamos un poco más a ver si el tema remonta,
Ya que,
Ya que,
Ya que.
En muchas ocasiones son las emociones las que guían la toma de decisiones empresariales y es importante tenerlo en cuenta.
El dilema del coste hundido es un sesgo cognitivo que puede hacer que arrases con todo, incluso contigo, por no parar a tiempo.
Cuando Juan me contrató habían pasado más de 5 años desde que firmó ese contrato, estaba inmerso en disputas legales que le habían costado más de 100.000€ y tenía contraída una deuda con terceros de más de 120.000€; por supuesto, en el camino, se había dejado la ilusión, las ganas y el dinero.
¿Cuál es mi recomendación cuando inicias un negocio?
Que visualices el momento en el que lo cerrarás.
Será un acto simbólico que te permitirá no identificarte demasiado con él; porque el negocio no eres tú; el negocio es algo que se materializa a través tuyo.
¿Y cuál es mi recomendación cuando tienes que firmar un contrato?
Que acudas a un abogado para que te lo revise, para que lo analice a fondo, para que pueda anticipar problemas que quizá tú no ves o, posiblemente, que tampoco estarías dispuesto a ver porque tienes puestas las gafas de la ilusión.
Los negocios son una combinación delicada de emociones y decisiones.
Y para tomar buenas decisiones lo básico es tener la mayor información posible.
Si necesitas una mirada objetiva que te apoye en la toma de decisiones y alguien que revise los contratos que vas a firmar, para que no se conviertan en tu ruina, contáctame y nos ponemos en marcha.