
Me citaron para una reunión con 3 personas que querían iniciar un negocio juntos.
Después de un rato de conversación, les planteé esta pregunta:
¿Qué pasaría si alguno de vosotros se muriera?
La respuesta de uno de ellos vino de manera casi inmediata:
Que los otros irían al entierro
[Estupendo, buen detalle, pensé yo]
Pero, ¿y después?
¿Qué pasaría con el negocio, en cuanto a la parte del socio fallecido?
El mismo de la «respuesta bala» me dijo
Pues nada, para los herederos, ¿no?
Claro, contesté, es la previsión legal, pero, ¿crees que sería lo mejor?
Pregunté al que hablaba por sus circunstancias personales y me dijo que:
1 _ Estaba casado
2_ Tenía hijos
3_ Eran pequeños
De modo que si fallecía, la sociedad que recién iba a iniciar, se encontraría con que una parte de la decisión estaría en poder de unos niños pequeños representados por su madre.
¿Qué tal con esto?
Ojo, no es una cuestión baladí
Se que no es un tema cómodo de comentar pero si fallecieras,
¿Crees en serio que tu pareja, hijos, padres, hermanos, sobrinos, o quién quiera que pudiera ser tu heredero legal, sería el mejor compañero de viaje para tus socios?
Eso por no hablar de las famosas sociedades de «a dos» constituidas al 50%
¿De verdad «tu gente» podrá entenderse con esa otra parte y conseguir, no solo evitar un bloqueo técnico societario, sino sacar adelante un negocio?
Hay fórmulas para anticipar estos riesgos.
Mi recomendación, para cualquiera que quiera montar un negocio con otro, u otros, es sentarse y plantearse escenarios, cuanto más incómodos mejor, y pensar soluciones ahora que no pasa nada.
Mantener, a tiempo, esas conversaciones incómodas, es una de las claves del éxito de muchos negocios.
Escríbeme si quieres que haga fáciles algunas conversaciones que pueden resultar incómodas y lleguemos a unos acuerdos que permitan seguir adelante con tranquilidad, sabiendo que lo importante está previsto, consensuado, y atado.